sábado, septiembre 09, 2006

La política de la píldora y sus implicancias




La discusión que se ha dado en los últimos días, con relación a la entrega de la “píldora del día después”(Postinor 2) a niñas mayores de 14 años en nuestro país, me ha hecho reflexionar sobre distintos temas, aunque no con la profundidad que me gustaría.



Los Derechos

Uno de los argumentos que más me ha tocado escuchar es acerca de los mentados “derechos” de las personas. Este tema es propio de la sociedad moderna, donde se radicaliza la posición del individuo como el centro del mundo. En este sentido se podría decir que un derecho es una facultad que poseen todas las personas por el hecho de existir de realizar o de privarse de una determinada acción, de acceder a un determinado bien o servicio, o de ser privado de un determinado mal. Así es como las personas tienen derecho a la vida, a desarrollarse en libertad, a la seguridad de su persona, etc. Lo que no se debe olvidar es que junto al término derecho está ligado el término “responsabilidad”, donde una persona debe hacer efectivos sus derechos de manera responsable, por ejemplo no se puede concebir el derecho a la vida si uno no cuida su propia existencia, de otra manera sería un absurdo, ya que la persona no es objeto, sino sujeto de derechos.

También se debe tener en cuenta la complejidad de la realidad. En primer lugar, no debemos olvidar que vivimos en sociedad, rodeados de sujetos de derechos, por lo que no es tan sencillo como hacer valer el derecho individual a como de lugar, sino que se deben hacer valer en comunidad, donde no se pase a llevar el derecho del otro. En segundo lugar, la radicalización de la inmediatez temporal ha nublado en muchas sociedades la visión de largo plazo, lo que hace que se llame “derecho” a un bien inmediato que puede tener nefastas consecuencias futuras, ejemplo de esto es la contaminación que cada vez más se radicaliza por el derecho del hombre de explotar la naturaleza y de disponer de ella sin reparos. En tercer lugar, el proceso de globalización en el que está inmerso el mundo ha llevado a una falsa noción de homogeneidad y de estandarización, donde existe la tentación de creer que se pueden implementar planes y políticas que han resultado en determinadas realidades en otras que son abismalmente distintas, ejemplo de esto es la penosa situación en que se encuentra África luego de los procesos de colonización y descolonización, donde muchas de las tradiciones de las culturas originarias fueron avasalladas por visiones occidentalistas, como lo sucedido principalmente en los planos de la política y de la sexualidad.

Así es como la segunda dimensión de los derechos, el de las responsabilidades, se vuelve necesaria para no caer en desvirtuaciones que atentan con la dignidad del hombre y con la armonía de éste con su entorno. Es triste el caer en simplificaciones donde bajo el nombre de derechos caigamos en reducciones del hombre, inhabilitándolo a hacerse responsable de sus acciones, más que cumplir con lo que el término alude, se tuerce el devenir humano en desfiguraciones de lo real y de su ser en el mundo.


Deshumanización

En el periodo que algunos llaman sociedad moderna, el ser humano ha logrado cosas antes impensadas, entre ellas extender su esperanza de vida y disminuir la mortalidad de los recién nacidos, esto ha sido gracias al salto tecnológico que surge desde fines del siglo XIX. Lo triste es que los avances tecnológicos parecen haber confundido a las personas, al redefinir bruscamente lo llamado realidad. Entre estas confusiones la que más me preocupa es la paradójica deshumanización de la persona, donde mientras más acceso se tiene al conocimiento y al desarrollo personal, más se cae en la potenciación de las pasiones más básicas, criticadas por diversos pensadores desde los griegos. Pasiones que nos llevan a entregar nuestra renombrada libertad a dioses sin rostro como el dinero, el consumo y el sexo, los que no son malos en sí mismos, ni tienen vida propia, sino que nosotros somos los que en vez de comprenderlos como medios, les damos la calidad de fines, cayendo en un sinsentido que no podemos controlar.

Yo me pregunto ¿de qué nos sirve nuestra libertad cuando nos hacemos esclavos del sinsentido? En lo personal, creo que lo más propio del ser humano es su facultad de darle sentido a las cosas, es así como creo que uno de los signos más graves de la deshumanización es cuando dejamos de darle y de encontrarle sentido a las cosas, cuando dejamos de tener fines que nos muevan a hacer ciertos sacrificios por un bien mayor y caemos en satisfacer nuestras necesidades más inmediatas sin reflexionar sobre los efectos que pueden traer las acciones que realicemos para esto.