jueves, enero 27, 2011

La crítica CONSTRUCTIVA


Una dicotomía cotidiana que se utiliza a partir del concepto de crítica es el de constructiva y destructiva, donde la distinción estaría basada, de manera simple, en el contenido y la forma en que se realizan dichas críticas.

Una de carácter constructivo sería aquella donde cuyo contenido apunta hacia una propuesta, donde se ve que algo anda mal, pero también se plantea como eso puede ser mejorado. Junto con esto la forma en que se entrega dicha crítica es respetuosa y en la mayoría de los casos libre de sentimentalismos. Por otro lado, la crítica destructiva sería aquella donde se detecta algo que anda mal, pero por el mero hecho de detectarlo, no hay una finalidad de proponer una mejora a la situación y muchas veces lo que se busca es denotar la carencia para hacer un daño a quienes son responsables de dicha situación, entonces su forma se ve más ligada al insulto que al respeto, se logra así, aunque se busque o no, afrentar a una persona o un colectivo (grupo de personas), por haber realizado de una determinada manera una acción, o por haber dicho un determinado mensaje

Así muchas veces la crítica destructiva se ve empapada por sentimentalismos y alejada de lo racional.En lo personal la dicotomía anterior -que creo es cercana a lo que se plantea cotidianamente al respecto del concepto de crítica- no me deja tranquilo, creo que la crítica posee muchos más matices, de los cuales abordaré sólo algunos con mayor profundidad. Me gustaría distinguir tres formas principales de crítica, dos de ellas estarían ligadas a la dicotomía cotidiana, es decir crítica constructiva y destructiva, pero con un enfoque un tanto distinto, y la tercera sería la crítica inservible.

Comenzaré describiendo lo que comprendo por crítica y luego qué diferencia a las tres formas principales. Crítica la entiendo como la realización de un juicio en referencia a la acción o al discurso realizado por una persona o un colectivo para denotar algo que no comparte o que ve como inadecuado.
En este sentido la inservible sería aquella, como el nombre lo dice, que más allá de ser un juicio no sirve para nada al objeto de crítica (acción o discurso), es decir, no mejora o empeora la situación. Esto puede ser por distintos factores, ya sea porque el peso del argumento de la crítica es muy débil, porque el juicio no necesariamente implica una acción al respecto o simplemente porque quien es el responsable de lo que está siendo criticado no toma en cuenta la crítica.

Ahora la crítica destructiva también creo que debería hacerle mérito a su nombre, por esto la concibo como aquel juicio que afecta de tal medida la situación criticada que termina por destruirla, que no busca de manera alguna mejorarla sino acabar completamente con ella, o por lo menos hacerle un gran daño. En este sentido hay una clara intención destructiva en quien es el autor de la crítica y muchas veces implica su involucramiento en la tarea destructiva, ya sea por el discurso o por la acción.



Finalmente la crítica constructiva se asemeja hasta cierto punto con el tipo anterior, pero desde el lado opuesto. En este caso el juicio afecta el objeto de crítica de manera positiva, es decir, mejorando la situación. Para esto es necesario el involucramiento del crítico(quien juzga una acción o discurso) en la tarea de mejorar lo criticado. En el caso de la acción es indispensable que quien critica se introduzca en la lógica de operación de ella para poder así afectar -o por lo menos intentarlo- el rumbo equivocado –a ojos del crítico- que está llevando. En el caso del discurso puede ser más complejo el involucramiento, pero aún así es importante que el crítico emita su juicio buscando una mejora en la situación, buscando un cambio, por ejemplo interpelando el discurso criticado con uno nuevo.

Creo importante también el tema de la humildad del crítico, entendida ésta como la capacidad de quien emite una determinada crítica de ver las posibilidades reales que tiene de afectar lo que está criticando y de tomar los cursos de acción que estén a su alcance. En este sentido una crítica que puede tener intenciones constructivas puede convertirse en inservible si se plantea enfrentar la situación con acciones que no puede realizar el crítico o que son ineficaces, es decir no permiten cambiar realmente lo criticado.

Se debe tener cuidado con creer que es la intención lo que determina en última instancia el tipo de crítica que se está realizando, ya que a pesar de la importancia que tiene la intención, lo que a mi parecer decide si una crítica es inservible, destructiva o constructiva es el resultado de ella, si no produce cambio alguno en el objeto de crítica entonces será del primer tipo; si lo destruye o lo afecta negativamente, será del segundo; y si logra hacer de lo criticado algo mejor, entonces será una crítica constructiva.

A modo de conclusión me gustaría decir que en lo personal es el último tipo de crítica, la constructiva, el que creo debiese ser considerado como La Crítica, donde se ve por una parte un juicio que mueve, que no se queda en la mera observación, sino que involucra a su gestor con el objeto criticado, y que a la vez mueve hacia algo mejor, busca construir a partir de lo existente, de la manera más realista posible con los medios más acordes a la finalidad propuesta. Esta es la crítica que necesita la humanidad, que puede ayudar a hombres y mujeres a luchar por lo que juzgan de malo en el mundo sea mejor, a no quedarse en meras opiniones inservibles, ni que desechen todo lo que se ha construido con discursos utópicos que no se sustentan en la naturaleza humana, esa naturaleza que no se limita a lo corpóreo ni a lo material, sino que apunta mucho más allá, a la felicidad, a la completitud.

jueves, julio 17, 2008

Distanciamiento social

Un gran problema en la educación que no se quiere abordar

Creo que el gran problema que genera el actual sistema de educación es la reproducción de la desigualdad y un aumento sistemático del distanciamiento social, lo que llevado a su extremo podría llevar a una desintegración de una nación a nivel social. Esto, en parte, porque en el sistema que funciona desde fines del gobierno militar, es el mercado quien potencia la calidad, llevando a los individuos de mayor nivel socioeconómico a elegir colegios de mayor prestigio. Se vende entonces una marca, donde a la calidad de la enseñanza se le va sumando a otras cosas, como el lugar donde está ubicado el establecimiento, las instalaciones que éste posee, el tipo de estudiante que ingresa, etc. En una conclusión apresurada se puede decir que la educación comienza a ser vista como un producto más (argumento recurrente en los últimos años), donde la exclusividad de ésta le da un valor agregado, lo que genera discriminación en los colegios, concentrando a niños del mismo estrato socioeconómico, segregándose la masa estudiantil, como ya se ha dicho hace años en nuestro país, en colegios de alto nivel y colegios de bajo nivel. El problema es que esta segregación no necesariamente responde a la distinción privado – público, ya que se da en un nivel mucho más social que institucional, el que no hemos podido –o querido- abordar como país.
A continuación intentaré esbozar brevemente algunos focos que permiten apreciar por qué se da este distanciamiento social al discriminarse el ingreso de un niño o de una niña a un determinado establecimiento educacional y los impactos que puede tener. Algunos estudios demuestran que el efecto de los pares en la educación es fundamental para los logros futuros y los argumentos que presentaré a continuación siguen esta línea. Quiero aclarar que no intento hacer una revisión de teorías ni menos una investigación sociológica, sólo quiero ilustrar brevemente mi preocupación, fundamentándola con algunos argumentos clásicos y otros más nuevos.

Capital Cultural [1]

Por una parte, desde Bourdieu, se puede decir que las personas de nivel socioeconómico más alto tienen un mayor capital cultural que las de niveles bajos, ya que los padres de los primeros tienden a poseer mayor educación (por ende, mayor valoración de la educación), mayor acceso a consumo cultural (museos, cine, teatro, etc.), entre otros. Mientras que las personas de nivel socioeconómico más bajo tienden a tener padres con baja educación (ya que algunos privilegiaron el trabajo por el estudio), tienen menor acceso y valoración del consumo cultural, y mayor propensión a verse afectados por factores de riesgo (como las drogas duras, maltrato y otro tipo de conductas violentas).
Así el que los colegios aglutinen estudiantes de un nivel socioeconómico similar lleva a que los niños de nivel socioeconómico bajo se codeen con niños de un nivel similar de capital cultural, lo que limita todo tipo de transferencia de capital cultural (yo creo que hasta cierto punto pueden transferirse ciertas pautas de comportamiento, valoración y prácticas culturales) entre estratos socioeconómicos diversos y una consecuente equiparación de conocimientos entre los alumnos.

Expectativas

Un tema que está muy relacionado al anterior, son las expectativas que se generan en torno a la educación por parte de los alumnos y sus familias. A pesar de que creo que a la mayoría de las familias chilenas les gustaría que sus hijos pudiesen estudiar en la universidad, muchas veces las realidades económicas y familiares limitan las expectativas de muchos jóvenes. Algunas situaciones que generan las limitantes son la falta de información, la falta de modelos a seguir y algunas veces el escaso apoyo familiar. Un niño que vive rodeado de personas que han estudiado en la universidad, como sus padres, sus hermanos, los padres de sus amigos, etc. ve la educación superior como algo normal a lo que él también debe o puede aspirar. Esto es mucho más lejano para aquellos que no tienen relación alguna con personas que han realizado estudios superiores. Al segregar a los niños en colegios de elite y colegios de mala calidad, lleva a que los niños que entran a colegios de elite tengan mayores expectativas, tanto porque se relacionan con un ambiente que les exige más, como porque tienen las posibilidades económicas para estudiar en la educación superior. En el caso contrario están los niños de colegios de mala calidad, donde estudian aquellos que no pueden pagar otro tipo de educación, y que generalmente no tienen modelos a seguir que sean universitarios (ni padres, ni hermanos). Tampoco son exigidos por su ambiente a estudiar para llegar a la universidad, y muchos carecen de información relevante acerca de la educación superior (como formas de financiamiento y becas de apoyo), así sus expectativas se configuran al margen de la educación superior. Esto último muchas veces se ve potenciado por factores de riesgo del entorno, como el consumo de drogas, el embarazo adolescente y la deserción escolar.

Capital social (redes sociales)

Por otro lado, desde una perspectiva del capital social y las redes en las que están inmersas las personas, se puede ver a los colegios como una instancia privilegiada para generar vínculos entre individuos, porque en un solo curso una persona puede estar relacionada con más de 30 personas que en un futuro si son cercanos le pueden brindar apoyo directo, o si son lejanos, como plantea Granoveter (fortaleza de los vínculos débiles), pueden brindar información relevante para buscar trabajos u oportunidades diversas para acceder a diversos tipos de recursos. Así también estos cerca de 30 compañeros que un niño o una niña tienen en el colegio que estudian, participan a su vez de una red distinta, ya sea en relación a sus familiares o a los conocidos de éstos, esto hace que el tener un vínculo con cada uno de los compañeros de curso abra el acceso para un individuo a más de 30 redes que pueden ser distintas, pero que es probable que a su vez estén entrelazadas.

Lo que quiero graficar, es que si un niño estudia en un colegio de nivel socioeconómico alto, tiene mayores probabilidades de tener un mayor capital social que un niño que estudia en un colegio de nivel socioeconómico bajo, lo que no está relacionado simplemente con la cantidad de vínculos que se pueden hacer, sino más bien con el valor de la información que pueden brindar dichos vínculos. Estudios recientes muestran como los más altos ejecutivos del país provienen de escasos colegios de nivel socioeconómico alto [2]. Esto no es sorpresa para los chilenos, ya que siempre se habla de la importancia del “pituto”, pero muchas veces no es el pituto lo que reproduce las desigualdades, sino más bien el acceso a cierta información privilegiada, el conocimiento de cuándo está libre un cierto puesto, cómo pedir una pega, dónde puede ser mejor valorado un trabajo, quién necesita tal servicio, etc. Toda esta información muchas veces se concentra en redes reducidas, a las que se puede acceder si se conoce a las personas adecuadas.

Segregación cultural

El último dilema que genera la estratificación educacional y que a mis ojos es el más grave es la segregación cultural y la consecuente desintegración social. La estratificación educacional, se refiere a la manera en que se han ido constituyendo algunos colegios de elite y en el extremo opuesto colegios que son para los que no pueden elegir porque no tienen el dinero para pagar un colegio mejor. Así diversos dispositivos llevan a que se filtren los niños que entran a un determinado colegio, los que van desde pruebas de conocimiento (que parecen ser justificadas desde el prisma educativo, lo que es refutado hasta cierto punto por la teoría del capital cultural antes nombrada), hasta la ubicación de los colegios y el pago de elevadas matrículas que claramente generan un sesgo económico. Así como ya se ha dejado ver, hay una cierta homogeneización de ciertos colegios, lo que sumado a otros factores potencia la recreación de realidades alternativas lo que también es conocido como “efecto burbuja”, donde las niñas y niños de estratos altos tienden a encerrarse en un Chile que es completamente distinto al de las niñas y niños de estratos bajos.
Creo que con esto se está posibilitando la construcción de dos culturas completamente distintas que coexisten en contraposición y que tal vez han sido parte de toda la historia de nuestra nación. En este punto, pido disculpas si termino enredando más al lector de lo que he intentado aclarar.
Continuando con lo antes mencionado, creo que lo peligroso de la desigualdad en la educación no es sólo que el Estado no brinde una educación de calidad, sino que además los privados no den oportunidades para que niños con capacidades, pero con escasos recursos puedan estudiar en colegios de elite.
Al segregarse los estudiantes, suceden numerosos dilemas como los enunciados anteriormente, que potencian la mala calidad entregada por los colegios municipales, pero, creo profundamente que la solución no está sólo en preocuparse de entregar una mejor educación a todos los chilenos, sino que creo que se debe comenzar por integrar a los niños desde su formación, privilegiando las capacidades y no el dinero, el apellido o la religión a la que pertenezcan sus padres. Por esto creo que se debe dejar de creer que el Estado y las leyes tienen la solución a todos los problemas sociales, para que nos demos cuenta de que la sociedad civil, particularmente quienes trabajan en el ámbito de la educación, son tan responsables como los políticos de las desigualdades de nuestro país.


Notas

[1] Algunos textos que desarrollan este concepto están disponibles en la web:
http://sociologiac.net/biblio/Bourdieu-LosTresEstadosdelCapitalCultural.pdf
http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtual/publicaciones/sociologia/1999_n12/art016.htm
http://www.ucm.es/BUCM/cps/lecturas/4.htm

[2] Según un estudio del diario La Tercera el 50% de los gerentes de grandes empresas egresó de cinco colegios, todos privados, ubicados en comunas de nivel socioecónomico alto. “… el 50% de los gerentes proviene de tan sólo cinco establecimientos, todos de elite, cuyas mensualidades promedian los $ 226 mil, y que representan el 0,04% del total de colegios del país. Estos son el Verbo Divino, Sagrados Corazones de Manquehue, Saint George, San Ignacio y Tabancura.” Artículo disponible a la fecha en web:
http://www.quepasa.cl/medio/articulo/0,0,3255_255243945_345902398,00.html

sábado, septiembre 09, 2006

La política de la píldora y sus implicancias




La discusión que se ha dado en los últimos días, con relación a la entrega de la “píldora del día después”(Postinor 2) a niñas mayores de 14 años en nuestro país, me ha hecho reflexionar sobre distintos temas, aunque no con la profundidad que me gustaría.



Los Derechos

Uno de los argumentos que más me ha tocado escuchar es acerca de los mentados “derechos” de las personas. Este tema es propio de la sociedad moderna, donde se radicaliza la posición del individuo como el centro del mundo. En este sentido se podría decir que un derecho es una facultad que poseen todas las personas por el hecho de existir de realizar o de privarse de una determinada acción, de acceder a un determinado bien o servicio, o de ser privado de un determinado mal. Así es como las personas tienen derecho a la vida, a desarrollarse en libertad, a la seguridad de su persona, etc. Lo que no se debe olvidar es que junto al término derecho está ligado el término “responsabilidad”, donde una persona debe hacer efectivos sus derechos de manera responsable, por ejemplo no se puede concebir el derecho a la vida si uno no cuida su propia existencia, de otra manera sería un absurdo, ya que la persona no es objeto, sino sujeto de derechos.

También se debe tener en cuenta la complejidad de la realidad. En primer lugar, no debemos olvidar que vivimos en sociedad, rodeados de sujetos de derechos, por lo que no es tan sencillo como hacer valer el derecho individual a como de lugar, sino que se deben hacer valer en comunidad, donde no se pase a llevar el derecho del otro. En segundo lugar, la radicalización de la inmediatez temporal ha nublado en muchas sociedades la visión de largo plazo, lo que hace que se llame “derecho” a un bien inmediato que puede tener nefastas consecuencias futuras, ejemplo de esto es la contaminación que cada vez más se radicaliza por el derecho del hombre de explotar la naturaleza y de disponer de ella sin reparos. En tercer lugar, el proceso de globalización en el que está inmerso el mundo ha llevado a una falsa noción de homogeneidad y de estandarización, donde existe la tentación de creer que se pueden implementar planes y políticas que han resultado en determinadas realidades en otras que son abismalmente distintas, ejemplo de esto es la penosa situación en que se encuentra África luego de los procesos de colonización y descolonización, donde muchas de las tradiciones de las culturas originarias fueron avasalladas por visiones occidentalistas, como lo sucedido principalmente en los planos de la política y de la sexualidad.

Así es como la segunda dimensión de los derechos, el de las responsabilidades, se vuelve necesaria para no caer en desvirtuaciones que atentan con la dignidad del hombre y con la armonía de éste con su entorno. Es triste el caer en simplificaciones donde bajo el nombre de derechos caigamos en reducciones del hombre, inhabilitándolo a hacerse responsable de sus acciones, más que cumplir con lo que el término alude, se tuerce el devenir humano en desfiguraciones de lo real y de su ser en el mundo.


Deshumanización

En el periodo que algunos llaman sociedad moderna, el ser humano ha logrado cosas antes impensadas, entre ellas extender su esperanza de vida y disminuir la mortalidad de los recién nacidos, esto ha sido gracias al salto tecnológico que surge desde fines del siglo XIX. Lo triste es que los avances tecnológicos parecen haber confundido a las personas, al redefinir bruscamente lo llamado realidad. Entre estas confusiones la que más me preocupa es la paradójica deshumanización de la persona, donde mientras más acceso se tiene al conocimiento y al desarrollo personal, más se cae en la potenciación de las pasiones más básicas, criticadas por diversos pensadores desde los griegos. Pasiones que nos llevan a entregar nuestra renombrada libertad a dioses sin rostro como el dinero, el consumo y el sexo, los que no son malos en sí mismos, ni tienen vida propia, sino que nosotros somos los que en vez de comprenderlos como medios, les damos la calidad de fines, cayendo en un sinsentido que no podemos controlar.

Yo me pregunto ¿de qué nos sirve nuestra libertad cuando nos hacemos esclavos del sinsentido? En lo personal, creo que lo más propio del ser humano es su facultad de darle sentido a las cosas, es así como creo que uno de los signos más graves de la deshumanización es cuando dejamos de darle y de encontrarle sentido a las cosas, cuando dejamos de tener fines que nos muevan a hacer ciertos sacrificios por un bien mayor y caemos en satisfacer nuestras necesidades más inmediatas sin reflexionar sobre los efectos que pueden traer las acciones que realicemos para esto.

martes, julio 11, 2006

Reflexión para el invierno, "La Fría Política"

Reconstrucción del espacio público y del ciudadano

En la sociedad en que vivimos muchas cosas se han estabilizado en la forma de subsistemas sociales, como la economía, la política, etc. Es en ese sentido como cada vez las personas nos vamos volviendo más pasivos y vamos cumpliendo los roles que la sociedad nos designa. Ya lo decían algunos pensadores, que no es la persona sino el rol la unidad básica de la sociedad.

Esta situación va en contra de la naturaleza más íntima del ser humano. El hombre tiene la capacidad innegable de crear, de construir realidad a partir del sentido. Esto podemos verlo desde los artistas hasta los científicos, en todas las épocas han aparecido genios que han dejado huella a partir de sus magníficas creaciones. Pero esta capacidad, como ya lo dije no es algo ajeno al hombre común. Todos, por el hecho de tener conciencia tenemos la capacidad de imaginar y de crear.

La realidad que enfrentamos en el mundo moderno tiene un gran potencial y a la vez un gran peligro, y dependerá de cómo abarquemos sus desafíos si nos potenciaremos en tanto hombres o nos diluiremos en el sistema social. El gran potencial son los altos niveles de conciencia al que puede aspirar una persona común, esto principalmente gracias a la gran cantidad de información a la que se puede acceder. El peligro está en que estamos frente a un mundo donde se ve coartada nuestra libertad creativa, esto a causa de diversos factores, como la institucionalización de diversas áreas de lo humano, donde existen verdaderas corporaciones que nos entregan todo dado, todo preconstruido, donde a las personas sólo les queda el adherirse, pero se les hace realmente difícil el poder transformar dichos sistemas. Una de las posibilidades es hacerse partícipe de un determinado sistema que uno desea cambiar, conociendo su lógica, hablando su lenguaje y de esa manera poder gatillar cambios en su interior. Pero esto es altamente complejo, ya que al hacerse parte de un sistema la persona se ve interpelada por dicha lógica, afectando su mismo operar, lo que puede llevar a que las ganas de transformación se vean mermadas al observar cómo el lenguaje del sistema sigue funcionando de la misma manera. De hecho los sistemas tienen mecanismos que interpelan los instintos (más bajos) de las personas haciéndoles atractivo su lenguaje de operación.


Ahora abocándome al sistema político, me gustaría decir que muestra la dinámica ya descrita, donde su lenguaje institucionalizado de operación es entregado a los nuevos ciudadanos, sin otra posibilidad de elección. Así es como las personas que ingresan al sistema deben adoptar dicho lenguaje si quieren participar políticamente. Esto funciona muy bien para un sistema como tal, pero es paradójico si lo observamos políticamente.

En este sentido me parece sensato explicar qué entiendo por política. Lo comprenderé principalmente como Hanna Arendt, donde la política surge entre los hombres, no es algo propio del hombre, sino que existe en tanto haya una comunidad que se relacione, surge en lo propiamente social. En este mismo sentido la política cumple con dos funciones básicas: a) construir la identidad propia de cada persona a partir de la interacción con otros y b) construir un mundo en común, una realidad que es común para las personas que interactúan.

Más de alguien se burlaría de mí si le dijese que estas funciones se cumplen en la política moderna. Esto porque en el sistema político actual se ha tendido más a estabilizar su funcionamiento, proveyendo los elementos necesarios, entre ellos la legitimidad, en vez de realizarse lo propiamente político, entendido como las funcionas arendtianas. Es así como funciona autipoiéticamente la democracia moderna, entregando ella misma su fuente de legitimidad, pero sin crear ciudadanos como los padres de la democracia los imaginaron.

Es triste como los hombres hemos entregado nuestro mundo al Leviatán hobbesiano(el Estado moderno), el que ha tomado una suerte de vida propia y nos hemos convertidos en sus servidores, si es que no somos mera materia prima, donde al tener la edad necesaria nos insertamos en un sistema donde ya todo está dado, hasta la forma en que puede ser cambiado. La criticidad del ciudadano ilustrado, que tal vez nunca ha sido más que un ideal, ha sido reemplazado por un deber cívico, una obligación de servir al sistema político, ya sea cumpliendo con el ritual de la votación en las elecciones, o alabando al dios Democracia como el salvador de nuestros sufrimientos.

Esta situación patética no puede seguir existiendo. Aunque debo decir que es altamente complejo el cambiarla, aceptando que yo mismo y todos aquellos que se han dado cuenta de esta situación operamos en el lenguaje de la sociedad moderna, ya hemos sido interpelados por los sistemas volviéndonos parte de su operar, volviéndonos su materia prima. Es por esto que no veo soluciones sencillas a un problema tan difícil de resolver. Algunos más moderados podrán creer que participando activamente de la política se puede cambiar esta triste realidad, los más revolucionarios dirán que se necesita la violencia para cambiar las bases, pero ninguno de ellos saldrá de la operación del sistema con sus soluciones, así se ha visto, es un hecho histórico. Por otro lado, los que han planteado salir de la lógica, en vez de lograrlo, han traído más sufrimiento que prosperidad.

Lo que se necesita es retornar al origen, retomar lo que nos es propio en tanto hombres y mujeres, nuestra capacidad creativa. Es eso lo que se debe potenciar, la creación. Quizás sea necesaria la destrucción antes de la creación, no lo sé. Lo único que sí sé es que estoy cansado, como muchos, de ser pasivo, de, aunque suene cliché, ser un esclavo del sistema, pero creo que la respuesta es que en verdad somos esclavos de nosotros mismos. Debemos dejar de buscar la culpa de la situación actual en el exterior, eso es seguir hablando en el lenguaje del sistema, de esa entidad que está fuera de nosotros. La verdad es que nosotros somos el sistema social, nosotros somos la sociedad y el sistema político, y si nosotros cambiamos, todo puede cambiar.

Para comenzar debemos intentar reconstruir el espacio público donde las funciones de la política arendtianas se pueden dar, aquel espacio de la Polis griega, donde todos podemos ser iguales por un momento, donde ninguna persona vale más que otra, donde todos nos respetamos por lo que somos: hombres y mujeres que se reúnen para construir, para construirnos a nosotros mismos, nuestra persona y construir nuestra sociedad, nuestro mundo, para que sea el mejor que puede ser. Pero no el mejor para los que tienen más dinero o más conocimiento, sino para todos, para quienes tienen todo, como para los que no tienen nada. Lo importante no es el poseer, no es lo material. Lo relevante es que todos somos personas, por derecho propio, por el mero hecho de haber nacido y haber tenido conciencia. Somos todos personas y quien le quite esa condición a otros es el más grande de los criminales, es un asesino, es un antisocial. Todos somos ciudadanos, en tanto todos somos hombres y mujeres, en tanto todos somos políticos. Quien no reconozca esta condición en el otro no sólo mata a una persona en tanto ciudadano, sino que se suicida al quitarse la condición a sí mismo. Ciudadano es aquel que reconoce que los otros lo son también.

Somos naturalmente responsables de crear y de hacer política, esto desde que nos reunimos con otros iguales a nosotros, si no cumplimos con esta responsabilidad inevitablemente nos convertimos en personajes de una comedia o de una tragedia, sólo queda reírnos de lo patético que somos o llorar por nuestro destino perturbador.

viernes, agosto 26, 2005

La inmensidad de lo real


Cuando vemos el mar, tan inmenso y majestuoso, cuesta imaginar que está formado por un sinfín de pequeñas gotas de agua.... las que unidas conforman algo tan grande, pero que de forma individual son tan nimias e insignificantes. Así sucede un poco con nuestra relación como personas con la realidad, somos pequeñas gotas en un ciclópeo océano. Puede sonar un poco depresivo, pero no debe ser así, no debemos negar lo que sucede realmente, sino veamos todas las personas que existen en el mundo, millones de millones, un mar poblacional, donde sólo somos pequeñas gotas.
Reitero que esta comparación no es para que nos amarguemos, sino miremos a las pequeñas gotitas, como se van uniendo entre ellas para formar grandes y potentes olas, así nosotros, las personas podemos unirnos y formar fuertes movimientos dentro de la sociedad, movimientos que pueden traer grandes cambios, que pueden llevar nuestro mar hacia mejores rumbos. Está en nuestras manos el hacer grandes cosas, no nos ahoguemos en el inmenso mar que nos rodea, sino que logremos unirnos y hacer valer nuestra opinión.